11.5.09

Musa

Agradezco
que me hayas
robado tantas veces la inocencia,
amado virgen,
para regalarme una pureza
que no existía;
y ofrendarme un amor ficticio
que unió sin defecto
un corazón dividido.

Dejo morir entonces a mi musa,
y continuo un camino
donde he dejado
otra estación más.

Donde me ha dejado otra estación más.

.-.

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Otra palabra más
de enigmático homenaje
a un cariño y un pesar
que acabaron
antes de terminar
de gritar.

Prometí escribirte:
pero nunca te dije por qué
ni cuando.

.-.

Niño

Sube los ojos y no sonríe al cielo.
Juega con las manos, con los ojos
con el pelo.
Abre los brazos e imprime una huella.

Yo, que ya he sido madre, amante, hermana y emperatriz
tantas veces seguidas
conocía todos tus recodos
y presumí saber tus planes y maquetas.

Baja la cabeza ante las ideas
soñadoras y dibujantes, y en el límite de
su infancia abandonable
y su adultez egoísta, juega a aprender
lo que yo sabía que no predicaría.

Lo que yo no sabía, ni como hermana,
ni como madre,
ni como emperatriz,
y menos como amante.

Entiendo sus tretas. Comprendo sus dinámicas.
Respeto sus vueltas. Tolero sus juegos.
Amo su sensibilidad. Perdono su injerencia.
Disculpo su sinceridad.
Siento cariño hacia su pureza.

No te olvides, hijo mío,
de los besos que te dí, mi hermano,
de las veces que dejé que
gobiernes a la emperatriz
y de la fuerza de amarte, amante;
no olvides mi amor sutil y aleccionador
que en su orgullo banal y en su perspicacia inútil

se convence de que me has amado,
como te amo yo, niño.

(y se vende entre límites y acepta que las burbujas,
tarde o temprano, se ofuscan).

.-.

Limas

Sabe bien que en momentos así, sus palabras escapan como trozos de crema no condensada y se derriten al ambiente. No tienen sostén: no perduran ni en lo que se espera que deberían. Pero justamente, por su nivel de fugacidad y por su poca importancia es que impactan tan fuerte.

Las manchas más difíciles de sacar de la ropa son las causadas por líquidos que salpican, y esas cosas suceden en millonésimas de segundos. El enfoque practico y antipoético no borra la intensidad de lo que impulsa a mancharnos.

Yo, por otro lado, sabía bien cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué y cómo qué (e incluso con quién y por quién) iba a empezar y acabar nuestro mutuo ensuciamiento. Pero crecimos a través de aquellas manchas. Supongo, espero, pienso y creo; porque mientras yo veo que tus ropas seguirán en el mismo estado, y que no te molesta tenerlas así porque no les ves defecto; y mientras yo pueda mantener una blancura inmaculada en prendas que eran de color, y encuentre eso bien

... mientras ambos encontremos nuestros niveles de limpieza satisfactorios, no veo el por qué lamentar haber jugado con fuego y barro.

Lamento, y desdigo que la importancia sea cruicial y desiciva en toda mi trayectoria, o en la tuya. Una mancha no vale menos por la fuerza de la lejía que lo ha borrado. Impacta de formas diferentes de acuerdo a su color, duración y posición. Tu existir fue una agradable y graciosa mancha amarilla en una remera naranja, que apareció un día sin explicación y luego se fue. Como si nada.

Yo, por mi parte (como de costumbre), no digo una palabra. Levanto la cabeza, disimulo, lamento y agradezco. No me arrepiento; pero igual extraño jugar con barro.

Encorazo las máquinas protectoras, cubro con polvos las miradas. EL impulso de mantener algo duradero me impide borrar una entidad que ya se ha perimido. Pero la sensibilidad de quien ha visto el mismo espectáculo muchas veces; la experiencia de quien ha disminuído el circo ya muchas veces a un número de rutina. Esas descalificaciones son las que duelen. Esas demuestran lo mucho que me has tocado. Porque tocan las manchas. Todas tocan.

.-.

8.5.09

Redes

Acabo de entender
que la multiplicidad de mi ser
no cabe en un sólo sitio de internet.

Sobrepasamos las redes.

.-.

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