Llego al punto en el que puedo observar y reconocer exitosamente el hecho de que incluso en mis expresiones más - o mejor dicho, con más razón - siempre tuve una tendencia insuperable a la creación literaria críptica. Mientras más críptica, más enigmática y mas ininteligible, mejor: tanto mayor la sinceridad cuando está escudada bajo los candados de temáticas desconectadas y metáforas elegidas al azar.
Luego de toda esa travesía de mensajes crípticos a mí misma y a aquellos pocos dispuestos y disponibles a escuchar, el silencio se asentó. Un silencio vacío, un silencio tan largo como el ancho de la Vía Láctea y tan profundo que ni los peces achatados pueden aguantar la presión. Un silecio regresivo, un silencio donde reinan la aparente estabilidad emocional y la seguridad porque las cosas se mantengan en un formato exclusivo. Ese silencio ha durado demasiado tiempo y me ha enterrado, cucharada a cucharada, bajo las falsas apariencias del acallamiento de mis escrúpulos.
Estoy usando palabras difíciles porque no me acuerdo de las más simples. Todavía sigo siendo críptica. Pero la música comenzó a sonar otra vez. Es cuestión de tiempo, de dejarse caer y de escribir más directamente. Todo empieza en el momento en que vuelve la música.
Feliz oximorón a todos y todas.
.-.
16.11.12
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