16.2.10

Daigo

Un día llegó
y me dijo que era un fotógrafo.

Sopló el polvo de los libros
y sonrió a mi cabeza calva
mientras yo prendía los botones superiores
de mi camisa poco recatada
y empleaba la humildad
(divina)
que los japoneses me han mostrado.


El me escribió en letras chinas
sobre la historia de los gremios
su dirección y nombre
y el ISO de su cámara.


Un día le llamé
antes del oscurecer
mientras mi vestido soplaba
un fuerte viento sur
y mis libros de kanji
salpicaban la calle.

El me dijo que vivió en Brasil
y que su nombre
llenaba sus expectativas.

Yo le dije que el mío
era la construcción social
de una construcción social.

Él habla en japonés,
y yo aprendo.

.-.

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