19.11.08

El Iglú

¿Quién sabe? tal vez... tal vez el filo de la jugada rompa mis miradas e irrumpa en una fusión de dudas resueltas, encerradas en aquel iglú tan gracioso. El iglú.

Su forma no me conmueve... hasta que las sombras de su interior se reflejan a través de las ventanas y me llenan de pánico: yo sé, sé bien que se están desatando nudos bien fuertes y cuando una cuerda se suelta, las cosas que sostenía caen estrepitosamente hiriendo a la gente que esta cerca. Sé también que cuando algo cae, se lastima; pero, también sé que uno no muere en el impacto, sino por saber que se va a morir...

Pues la verdad sí, comprendí que así terminaría... las cosas que adentro ocurren siempre son las mismas y un huésped esperado, si se queda más tiempo de lo que quería, termina por ser un estorbo, una molestia; para alguien que vive en un iglú, el espacio es primordial y otra risa quita espacio, otra molestosa morsa cepillo no hace más que asfixiar, y en el mío, el beso no es bienvenido. Atenciones, detalles, cierres y sostenes, onces y primeros en un octubre matan los cabos unidos, para volverlos sueltos, para tirarlos, para matarme, para hacerme sentir

Saltó y en una exclamación pidió disculpas. No estoy enojado contigo, sino con el oso blanco. Detesto su pelaje transparente, pues la gente cree que es negro. Y él lloraba al decirlo. No, perdón, cree que es blanco, y entonces el oso nos engaña. Y a mí que me importa. Ese oso ya no entra a mi iglú, no le queda espacio.

Traté de leer a Julio Cortázar. Si, traté es el término. Pero la realidad y la ficción se mezclan como agua y aceite. Pero el agua y el aceite no se mezclan. Y la obra de Cortázar es así. Mis sujetos también se mezclan, respondí. ¿Quién te dijo que hablo de Julio o de mi iglú? ¿El iglú es tuyo?

Era indudable y obvio que el iglú era yo. Y las cosas que contiene, ¿que serán entonces? La verdad es que no lo sé, sólo admito que maté al desatar las cuerdas, maté a las mariposas, di a luz a un oso mañoso y maté su ante-encarnación. ¿Quién sabe? Tal vez vivía mejor. Pero no, dijo él. Yo me fui a la plaza. En Alaska no hay plazas. Pero nosotros estamos en Hawai. ¿Cómo vamos a estar en Hawai si no hay morsas cepillo? Es que las morsas se mudaron conmigo.

Te quieres casar conmigo, preguntó. Y yo eché a reír como nunca en mi vida. ¿Estás loco, cuál es tu utopía? Quiero tener hijos, quiero ser feliz, quiero teñir al oso de negro. Y dale con el oso. ¿Vos sabes lo que es casarse? No, explícame. Y lo que a mi me contaron es que una de aquellas morsas se casó una vez con un oso y vivieron en un iglú. Y la morsa cepillo amó al oso. Y el oso era transparente. Y todo era repetitivo. Entonces lo echó. Pero no le quedaba aceite que mezclar con el agua, ni realidades que fundir en ficciones, y sus alterados helados pensaban en como arreglarse mientras ella desataba un nudo, y otro, y otro.

Ups. La mariposa era una ura. La ura. Que bien que la maté. Era una ura asesina que no quería seguir mis indicaciones. Yo le decía prende fuego en el iglú, está muy frío, está muy duro, quiere cariño y ella decía a mí me gusta así, a mi no me engañó ningún oso, él se tiño de rojo. Me indigné. ¿Cómo podía haberse casado con un petirrojo? (¿un pelirrojo...?) Entonces desaté un nudo.

Qué maldición. Él y la ura se casaron. Es que yo puedo ir a la cárcel. Pero él también me invitó a seguir, pero también había otro, pero también no sabía, pero también no sé tampoco y la ura no tenía miedo de morir.

Ja, ja, ja, dijo el iglú. Espera. Los iglúes no existen en Alaska. ¿Era eso lo que ibas a decir? Estás equivocado. Los iglúes si se casan. Y leen a Twain. Es que les gustó mucho Rayuela. Y Twain era muy bromista. Fíjate que una vez contó que las morsas no casamos con los osos engañosos. Cállate, tonta. Yo soy un oso y eres mi esposa. Ah, cierto, me pediste en matrimonio cuando era ura. ¿Viste que los iglúes si existían en Alaska?

El filo de la jugada rompió mis miradas y el pánico se volvió fobia, porque la jugada no me salió, el oso me abandonó y la ura no tenía miedo de morir, así que no murió en la caída… voló, voló lejos, y la caída no le dolió… ¡porque no se cayó!

¡Uy!. Tengo que llenar 77 páginas. ¿Porqué 77? ¿Por qué “porqué” y no “por qué”? Porque me equivoqué, y este no va a ser el error por que vuelva, y ya lo cometí 77 veces, que significan 7 más 7. Qué trasgresión matemática la tuya. ¿A mí me decís? Y qué trasgresión del absurdo la tuya. ¡Esto no tiene sentido! ¡No voy a soportar este ritmo tanto tiempo!

Se te desarmó la hamburguesa. ¿Un iglú tiene puerta? Este no tiene, porque no tiene espacio para una puerta, entonces nunca se abre, sólo puede estar cerrada. Y nadie (una lágrima sale corriendo de la torta) entonces nadie nunca jamás va a poder tratar intentar procurar de probar entrar, y yo no quiero que me quieran… pedir la entrada.

Esa ura era rosada. Y las uras no son rosadas, son marrones con violeta semi naranjáceo. Y como la hamburguesa estaba rica, Alejo pidió un sándwich. (Morsa plagiadora, te van demandar por indigestión a los derechos del consumidor) Pero yo no quería matar la ura, ni hacerme pasar por ella. Alejo quería un dinosaurio. Anda a un canal entonces. Pero el Quijote va demandarme por derechos de autor, para colmo el canal de Panamá ya lo cambiaron por el cabo Blanco, y Wilma se lo puede tragar.

Qué simpáticas mis vecinas. Todas son diferentes. Vivimos en el paraíso y lo amoldamos como queremos. Elijo quién me rodea. Yo tengo una morsa cepillo, una ura, un él misterioso que me domina y que se va a casar y al que odio porque sí, porque me preguntó el 77, y tengo también muchos cabos sueltos dentro de un iglú que nunca van a salir más que en la cama, en la larga cama del lecho eterno, porque no tiene puerta, no me construí una. Se quedaron ahí adentro, se quedaron atrapadas, sólo hay dos ventanas, y las ventanas no lloran, nunca lloran las ventanas, no lloran…

¿Y por qué?
Sus porqués
Me preocupo por que funcione…
Porque nada tiene un sentido.

Los simbolismo, puros, abstractos, presentes, ausentes e incomprensibles. El Iglú es una cárcel. Nunca lo habitará la morsa cepillo. Nunca hará feliz al oso, ni al hombre del oso negro, ni matará uras, porque quiere a las uras, porque necesita las uras… y porque lee a Twain, y a Cortázar, y a Ferraro, y sabe que nada puede hacer más que esperar, mirar por sus ventanas, luchar contra el frío, saludar a sus vecinas, tomar dos bloques de hielo y construir una puerta para salir, unos ojos para, aceptar el matrimonio, desatar los nudos que le duelan, y admitir el amor, el odio, la frustración y a Hawai, aunque no le guste…

Después de todo, el iglú es sólo un bloque impenetrable de hielo. Su única salida es derretirse lentamente al sol. A tu sol.

Las morsa cepillo migraron. Y las vecinas neoyorquinas me mostraron la ciudad. Mezclada como el agua y el aceite. Mezclo sujetos, mezclo situaciones, mezclo realidad y ficción, y a través de las sombras de la ventana, sólo a través de ellas, descubrirán la verdad…

.-.

Quimera

Quisiera que te humillaras a mis pies, llorando y suplicando misericordia, rezando al mismísimo Dios del que tanto reniegas para que no acabe con tu mísera e inmunda existencia. Quisiera verte gritando, suplicándome piedad, arañando mis rodillas con tus uñas color sangre, deseando no haber nacido y arrepintiéndote por siempre de haberte olvidado de mí.

¿Es que no ves mi amor? ¿Es que no entiendes que eres mi mundo y mi universo? Tu desprecio, tu indiferencia… me duelen, me lastiman, y acrecientan en mí deseos asesinos, visiones homicidas. ¿Pero quién eres tú para merecer mi amor? Quien no te ama, no te merece… Si no sabes corresponderme, no tengo por qué darte mi corazón como quien arroja sus joyas a los cerdos. Maldita bestia.

Quisiera empezar golpeándote el rostro con tanta fuerza que te duela más en el alma y el orgullo que en la mejilla; y que me mires con los ojos inyectados en rabia, exigiendo una explicación y tratando de devolver lo recibido. Sostendré tu mano, y sonreiré triunfante, mientras la gente preguntará sorprendida qué pasa.

Te tomaré por la larga cabellera, y te arrastraré de ella hasta la calle, hasta el asfalto caliente: la gente se sentará a contemplar tu humillación… Te arrancaré los pelos, a mechones, a estirones. Te besaré en la boca, mordiéndote con estos labios rabiosos, mientras araño tus mejillas. Tus inmaculadas y odiosamente pálidas mejillas.

Te rasparé los talones, las uñas, el mentón y los codos con las piedras que encuentre. Te arrancaré un pedazo de oreja derecha de una mordida. Te destrozaré la nariz de un puñetazo. Te romperé las bragas, y escribiré con la sangre que esté esparcida en el piso “Esta cuca es mía”* sobre tu sexo. Te violaré de todas las formas imaginables, aborrecibles y grotescas.

Y luego de exigirte que me “ames” y me implores perdón, te miraré despectiva; no diré una palabra, y te abandonaré en ese mismo lugar. Desnuda y sangrante. Llena de mi propia perdición.
_____________

* García Márquez, Gabriel. El amor en los tiempos del cólera.

.-.

Post Mortem

Creo que aquella vez que dijiste que querías para mí una despedida dulce, rodeada de gente que significara algo para mí, de verdad nos referíamos a mi muerte. Fueron tus palabras. “Acompañándote a tu lecho de muerte”.

Es que la vida y la muerte nunca dejan de bailar. Nunca se detienen. Nunca dejan de crear nuevas marchas y de sorprender a los pobres mortales que viven en función a sus propias expectativas. Mortales que, ante cada insignificante muestra de la omnipotencia de lo absoluto, se desmoronan: no comprenden lo que ha ocurrido.

Afortunadamente, fuimos más sabios que nuestros irracionales deseos, y mis palabras post mortem. Dejé esta realidad sin sufrimiento, y rodeada de tu inocente cariño. Lloraste en silencio y de forma imperceptible, hasta para ti, mi deceso. Ambos comprendimos que algo había muerto desde un principio. Desde esa tarde que nos vimos de nuevo. A pesar de que lo que no comprendimos desde entonces fue que la muerte… estaba en mí.

No, no fue triste, ni sufrido, ni malo el que yo haya muerto. Sólo entendiste. Sólo dejé este mundo sin decir palabras de cursi despedida, “como cuando se va un ser querido”. Sí, es cierto, lo admito, asesino de mi ser: hubiera deseado tal vez adentrarme más en las psicópatas profundidades de tu pensamiento, tan cubierto y protegido por una felicidad incomprensible y tan aparentemente falsa como la vida en mis pálidas mejillas. Pero no fue así. Y no porque no lo hayamos querido.

Te digo de nuevo que la vida y la muerte nunca dejan de bailar, y nos han atrapado en un de sus vueltas.

Sin embargo… a pesar de que esta breve, profunda, y bastante sentida historia donde apenas alcanzamos a decirnos entre eufemismos avergonzados todo aquello que nos negamos de forma inconsciente (o mejor dicho, que nos brindamos desde mi más allá), puedo decir que fui feliz antes de dejar este mundo; y de que a pesar de que las cosas nunca ocurren de acuerdo a nuestras expectativas mortales, espero que hayas disfrutado de tu vida tanto como yo disfruté de la mía antes de dejarte para la eternidad.

Es cierto que soñé alguna vez con el reencuentro. Pero, dime, ¿qué reencuentro tendrías con un alma en pena?

Me mataste innumerable cantidad de veces. Y yo me dejé morir.

No era broma ni sonrisa decir que iba a morir joven y lejos de ti. Y lejos de mí, y de mi mundo. Pero sin darme cuenta, sí, ocurrió.

¿Cómo abrazar a un fantasma? ¿Cómo amar a un fantasma?

Mi amor, mortífero y muerto a la vez, se conserva por ti. Lo prometo. Te aprecio, y te adoraré por siempre. Pero cuando mi muerte y tu vida nos han separado, y hemos dejado con toda tranquilidad, naturalidad y calma que nos separen… ¿para qué luchar por lo que no necesitamos tener?

Te recordaré por siempre en mi tumba, y te esperaré en la eternidad. Los mortales y los fantasmas no pueden volver a unirse… porque no desean ni pueden hacer eso.

.-.

El Puente

“¿Qué buscas? ¿Qué esperas? ¿Qué quieres?
¿Acaso tomas un respiro antes de hacer
lo que ya estaba escrito que harías?”


Sométete al destino, pues él no se someterá a ti, nunca, jamás. No es por querer; no es porque tenga una inexorable voluntad; o porque un ser superior está obsesionado con controlar tu vida. La cuestión es más llana, simple y sencilla de lo que imaginas: la vida es un dominó, y todo lo que haces lo has determinado con tus propias acciones.

No llores, no soluciona nada. Tal vez te dé un momentáneo alivio, y tal vez te duela menos el corazón al terminar, pero eso no significa que lo problemas se hallan ido, y mucho menos que se hayan solucionado. ¡Que tontería pensar de ese modo! Todo lo que te pasa es sólo tu culpa.

¿Que los demás tienen la culpa? ¿Tus progenitores, ésos que no hicieron más que darte la vida? Pueden haber hecho mucho para complicarte o para facilitarte las cosas, pero ellos se limitan exclusivamente a darte la vida y la guía básica para que tú decidas qué hacer con ella… ¿La sociedad? ¡No bromees conmigo! Eres una persona más sensata que el promedio, así que no creerás tal estupidez… La sociedad es tan sólo un espejo que te rodea: aunque existan círculos de personas y gente a la que no puedas evitar, no puedes negar que el poder de decidir quienes van a frecuentarte, quienes van a acompañarte, incluso quién será tu amor y te amará igualmente (si son reales para ti esas trivialidades) los eliges tú ¿o no?

¿Sientes vergüenza? ¿Vergüenza de qué? ¿De haber escogido tan mal? Lo lamento, ya te dije, la vida es un dominó y aunque no creas en la existencia misma del destino, no evitas que una cosa lleve a la otra. Así que, patéticamente, vienes a llorar tus penas al borde de este puente que te ofrece el escape más rápido, más fácil, más cobarde a todo…

Te entendería si buscaras a alguien, si buscaras algo, si tuvieras un objetivo, una meta, algún sueño por el cual luchar, siquiera ganas de vivir bien. ¡Pero no! Tú esperas: esperas que todos corramos, que te imploremos, que te gritemos “¡Quédate!”, esperas que la vida te sonría. Que las cosas mejoren. Que la esperanza sea concreta. Que las opciones se validen. Que las hojas amarillas vuelvan a prenderse a las ramas de los árboles convertidos en mesas.

Tal vez piensas que llorando un poquito se te aparecerá un ángel a guiarte hacia la luz, o tal vez un vampiro a darte una poderosa inmortalidad, fácil, sin problemas, sin complicaciones… Puede que fantasees con una vida llena de divagues, de porros sin marihuana, de dolor sin heridas y, ¿quién sabe?, tal vez hasta estés soñando con ser feliz.

Llorando uno no logra esas cosas. Ni echando la culpa a nadie, ni echándose la culpa uno mismo; y mucho menos, echándose uno del puente.

¿Por qué un puente? Algo tan romántico, tan artístico… He oído que uno se suicida ahogándose en un deseo subconsciente de volver a ese estado primigenio de protección, dentro del útero materno. Más significativo aún, lanzarse desde arriba, tirarse de forma apasionada y decidida para acabar en la dulce y macabra muerte, tal vez con la misma sensación de la primera vida percibida…

El puente, el puente… esa conexión entre dos mundos, esa puerta que te trasporta no cruzándola, sino cortando el camino a mitad del río. El puente es hermoso… y tan tentador, exquisito, glamoroso. En sus entradas, portan su consabido cartelito deseando “Buen viaje”. El tan sólo cruzarlo es una tentación indecible a cambiar tu rumbo hacia lugares desconocidos…

Pero sométete al destino. Porque él jamás se someterá a ti. Aunque sea muy pictórico y romántico esto de verte lamentándote, sentada al borde del viaje sin retorno, es algo muy estúpido, algo innecesario, algo sin justificación. Lo sabes, sabes bien que no vale la pena: que estando vivo o muerto, uno sigue siendo solamente un humano que pasado por el mundo. En un pequeño suspiro, en una fracción de años luz que no sirve ni para alumbrar un parpadeo. En un instante que jamás ha sido.

Así que, sabiendo que da casi lo mismo cruzar el puente que mirarlo, pero que la decisión entre la vida y la muerte la deciden tu entereza como persona, tu valentía para con tu vida algo desgastada (y malgastada), sólo recuerda una cosa: este puente no tiene carril de vuelta. La vida no es un destino. Es un camino. Por eso termina en tu puente. Los puentes no se cruzan por el río, ni por las lágrimas…

Tu puente sólo tiene un cartel: vive. La vida que ofrece un único carril es lo único disponible. Y las opciones que barajas entre callejones y dobleces, son todas ellas parte de la misma carretera. Resígnate. Si saltas del puente, un vigilante tomará su salvavidas, te arrastrará hasta la orilla, te besará vidas, y te abandonará.

Y el viaje sólo se repite. Intermitente. Inexorable. Con un sólo puente.

.-.

Arquetipos Solares

"Querría tener un papá presente. Yo no tuve uno, la verdad.
Y gracias a eso soy la maravilla que soy hoy,
y él es el hombre que hoy es, y mi familia es como es.
Pero… que pida cosas en base a expectativas,
me hace mucha gracia…"


Lentamente, casi tan lento como la velocidad a la que mi bolígrafo dibuja en estas hojas. De manera extensa, inacabable, sin comas ni puntos, como cuando pienso. Distante y presente, redescubriendo a cada segundo las voces del fondo. Guardando entre mis dedos la rasposa suavidad de mi cabello. ¿Por qué cortás eso y no mis manos? ¿Por qué cortar mi pelo y no mi dependencia? Ya no puedo bailar completa. Ya destruí las falsas – y las verdaderas.

Podría escribir… podría escribir por años. Podría escribir millas de profundidad en algunos libros. Podría invertir ese tiempo en dejar de analizar y comenzar a crear. Soy. Soy de un modo que ya no puede complacer a nadie. Y por eso complace. Soy contradictante y genuina y tímida y alterna. Me muestro y subrayo como una que no corresponde. Y crezco.

Pero mientras dudo de mis capacidades y busco entre recuerdos de una infancia olvidada, te pienso en teclados - conocedores de nuestro futuro. Extraño conocido, luchador de los receptores del mensaje de Nakata: sé muy bien de qué forma podemos encontrarnos. La historia, la vida, la consciencia: todos son ciclos coseno. Espirálicos. Lo que te ha pasado puede volver a ocurrirme. Lo que he producido puede volver a atraparte. Somos, al mismo tiempo, la araña y la mosca. Pero tengo esperanza. Esperanza en mi nueva capa de barro. En mi nueva convicción. En mi nueva fuerza. Y en tu amor ausente, no correspondido, desdibujado, mal orientado. ¿Amor o no?

(Amor latente, suspira en silencio el arquetipo solar que llevo adentro, arquetipo que alimenta mis desesperaciones y mis entierros)

Hay un espacio en blanco. Hay un silencio incómodo. Hay murmullos fuera de la sala. Me siento irresponsable. Lo siento inútil. Al menos puedo pretender que sé algo. Pero no me interesa pretender. No me interesa mostrar conocimiento de latín y citas de filósofos. No lo sé. No sé esas cosas. Si las supiera, algo diría. Cuando sé, sí las digo. Cuando conozco: aprendo, utilizo. Pero no soy un cerebro. No soy una anti-ignorante. Soy una muchacha procrastinadora, parlante, perezosa, irresponsable. "La belleza no basta: tiene que ser honesta". Soy una imagen fémina, receptora y poseedora de una maternidad impaciente que negará por siempre en tu existencia, la existencia de cualquier otro arquetipo que quiera llenar tu lugar en mi vida.

No existen los padres. No hay amores latentes. Los amores son o no son, simbolizan o mueren. No son arquetipos estériles o inocentes. Son figuras presentes y constructivamente vivas; o ausentes y no merecedoras de muestras de cariño jamás compartidas, jamás deseadas. Vivimos en procesos coseno. Las espirales vuelven al mismo estadio, en un siguiente nivel.

No existen en mi vida tus figuras solares.
No existirán en sus vidas, tampoco: lo elijo como madre.

.-.

6.11.08

Jueves

La comida esta servida.
El jueves maldito empieza
al momento de terminar

El baño con agua fría.
La esquelética pereza.

Cortázar y Stuart Hall;
metáforas personales
se entremezclan

España, Chile, Ecuador;
Latvia, Lituania y Costa rica

Ucrania, México, Colombia;
Belice, Panamá, Paraguay

El arroz de todos los días;
la sonrisa asesina de pseudo fin de semana.

La hora de traducir la reunión
dejada atrás
- silencio.

Y nada queda ya.

Se grita en susurros
que ya no se puede soportar
otro
jueves
más.

.-.

Extinta

¿Qué paso de tu dulce canto, hada mía?
Se perdió entre el follaje, la tierra…
Salió a pasear entre los hombres,
y volvió como un chillido
moribundo, moribundo…

Tu batir de alas ya no abanica
mis sueños ni mis anhelos,
ni señala hacia mis objetivos.

Dejaste de volar
para lastimarte los pies
con las piedras que
siempre estuvieron en el camino
y que te empeñas en sufrir
sin tomar vuelo…


Tu luz
se fue
apagando…


Se apagó.


¿Por qué dejaste de volar?
¿Por qué paraste de cantar?
¿Por qué apagaste la vida?


¿Valen la pena los otros?
¿No ves que a otros sufren?
¿… que sufrimos?


No, no ve, mi hada,
pues no tiene luz con qué.
Sólo tiene su luz extinta.

.-.

Futilidad

Tomo un atisbo de luz
y trato de justificar.
Sostengo un poco de mi aliento
para gritar que ha servido;
… pero, ¡qué dolor!
Es mentira…
Una vil mentira.

Quiero pasar a la siguiente etapa de la vida
Eso es relativamente fácil

¿Fácil? ¡¿Fácil, dices, diabólica invitación?!
¿Fácil hacer sufrir a todos
para no sufrir tú mismo?

Fácil es, cobarde amor,
dejar que otros lloren
lo que tú deberías.

Fácil es tomar la minúscula katana;
o saltar frente a una estampida;
o arrojarte a volar.
Nadar sin volver:
beberte la vida en una pastilla…

Dejar de luchar;
o colgarlo todo, y rendirse.
Tomar el veneno
del sufrimiento, del desamor y la cicuta.

Fácil es seguir con vida física
pero continuar
con el alma muerta.

Disparar con odio
o con amor,
mas disparar al fin.

Pero, de seguir, ¿qué te queda?
¿Gritar que ha servido, y descubrir
que no es más que una mentira:
una vil mentira…?

.-.

Robacruz

Roba
una cruz
de mi lecho
sangrante;
de emociones
tan sanas
como tu mirada
perdida.

Tu mirada
secuestrante,
cautivante.

Y cuando
robes mi cruz,
clávate en ella
por siempre.**


_________________

**[y así te llevo en mi cuello
ya que no te puedo llevar

... en mi maleta
]

.-.

A Philip K. Dick

Ovejas eléctricas sueñan conmigo
A veces, sueño con ellas.


Si sólo yo sueño con ellas,
¿no son sólo impulsos eléctricos,
en lugar de seres eléctricos?


Si sólo ellas sueñan conmigo,
¿no soy sólo un sueño?
¿un androide?,
¿un humano... ?

.-.

Fechar

Puso fecha a todos los poemas
que escribió,
menos a uno.

Y murió del miedo
de no haberlo escrito nunca.

.-.

Caramelo [Segundo]

¿Qué cosas vimos juntas?
Demasiadas.

¿Qué cosas pasamos juntas?
Bosques, autobuses al azar,
la comunión cristiana en ojos
de la lectora del Torá.

El cáliz ante la mujer de los ángeles viejos.
Los invasores chilenos que existieron en Tierra Santa,
en tierra rica, en tierra prometida, en tierra Guaraní.

Pero en ninguna tierra nos detuvieron. Sólo nos unieron.

A veces creo
que si hubiera decidido
romper todos esos jarrones,
lo hubiera hecho únicamente
para volver a acariciar tu perfil
con la punta de mi dedo.

Para recorrer tus mejillas,
tus labios, tu nariz de princesa,
tu piel de gacela, tus ojos en llamas.

Para abrazarte en silencio,
respirando agitadamente,
mientras ellos escupían sobre nosotros
y evitaban que fuéramos una.

Una.
Que nunca podríamos ser.
Que nunca aceptaría ser,
excepto contigo.
Contigo, idealizada, dibujada, vivida.
Compartida.

Contigo,
a quien rechacé,
de quien huí,
a quién negué,
sólo por vivir
los mismos límites que yo.

A ti, sueño que nunca tendrá un final,
porque su principio no fue más
que el preludio de un tormento
cuyo producto es poesía barata
y mal escrita.

Por tus besos,
los que debería amar en muda tortura
– sólo por el placer de vivirlos,
al menos, clandestinos.

Clandestinos,
los sentimientos que bien podrías haber mostrado,
los sentimientos que quise alardear
pero nunca viví.

Si volviera a verte,
me gustaría creer
que te tomaría en brazos
y te arrojaría al césped,
a acariciar tu perfil,
sin importar quién esté al lado.

Algún día volveré a mirar en tus ojos,
y veré las maneras.

Todo lo demás es un desperdicio de aire.

.-.

Poema A Un Caramelo

Su perfil.
Su hermoso, dibujado, perfecto perfil.

El culto al cuerpo,
la admiración a la belleza,
su piel de gacela,
sus ojos en llamas.
El poema gastado,
la adoración perversa.
Su perfil.

Aquel perfil por el que mis dedos
pasearon una y otra vez,
en el silencio de la luna,
tumbadas en el pasto.

Sus hombros.
Su escote.
Sus senos.

Su respiración fuera de compás,
que invitaba a transgredir
cualquier norma de convivencia
y “normalidad”.

Su figura.
Sus manos.

Aquella sonrisa llena de hoyuelos,
aquellos cabellos llenos de historia.
Su mirada, llena de voces
que escaparon
del holocausto.

Sus labios.
Tan libres y momentáneos
como una fuente de sangre,
como una colonia aislada.

Las decepciones. Constantes.
Incontables. Demasiadas.
Las discusiones. Los abrazos.
Los celos. La historia compartida.
La sangre. En su fuente. En sus recuerdos.

Las uñas que bajan rasgando las paredes.
Las bolsas de papel que parecían un hombre.
La mente (¿dónde está?).

Las bromas.
Los obstáculos,
los abrazos oscuros,
llenos de Edipo,
llenos de Electra,
llenos de Cleopatra.

Los abrazos llenos
de un tarot por siempre negado,
de una noche de borracheras
y sorpresas entre sorpresas.

Un abrazo en sueños,
un compartir en sueños
(más de una vez).

.-.

Origen

Yo soy de donde las cigarras cantan
cada tarde.
De donde el sol se vuelve
naranja antes de morir;
y los lapachos blancos en flor
se mezclan con el smog.

Soy de la tierra guaraní.
Soy de donde se huele flor de coco
cada navidad
- esta navidad no lo voy a oler -;
Donde la chipa, el cocido
y el tereré llenan las comidas
y las mañanas de sábado.

Soy de donde la gente
casi nunca aprende;
de donde olvidan dictaduras;
de donde cierran puertas
y dejan a la gente morir
- lo cual no me da risa –

Asi también, soy de donde todos,
TODOS
acompañan en un momento de dolor.

Soy de donde la gente sólo hace lo justo:
ni más, ni menos, ni lo mejor.
Donde lo más fácil y natural es ser mediocre.
Donde sobresalir y querer ser más
es inusual.
Pero hermoso cuando lo logras.

Soy de donde salir del charco,
hablar con la propia voz,
es estrambótico.
Pero potente.
Donde todos huyen para no volver;
pero vuelven para nunca huir.

Soy de donde la gente me espera,
de donde espero a la gente.
De donde todos ayudarían a construir colosos
si les damos un por qué.

Yo soy de donde
lograr entusiasmo y terminar un proyecto
es lo más increíble que va a pasar.

En fin,
soy de un mundo que parece diferente;
pero a fin de cuentas es
tan igual que lo puedo compartir
y hacerles sentir
lo mismo que yo.

[De un ejercicio de integración]

.-.

Fantasmas

¿Acaso es cierto que no existen los fantasmas?
Qué realidad tan triste y solitaria...

Pasé noches y noches llorando en la arena,
comiendo derrotas
esperando niñas pequeñas
que nunca llegaron,
pues no existen ellas.

Tal vez un rostro que me sonría,
lleno de gusanos y carne podrida
a través de los oscuros cristales de la venta;
sin dientes, y ni siquiera una verdadera sonrisa

pero estaría allí, y me miraría
abriría las fauces para apoderarse de mi alma
o para decirme
amiga”.

Yo.. estaría:
y sabría que los fantasmas existen…

que una niña de blanco me visitará
y que no soy yo el espectro
que vaga solo
por esta tierra maldita.

Tomaría un pedazo de mi sangre
moldearía, con manos precisas y diestras.
Aspiraría un trozo de mi alma,
y suspiraría en mi aliento.

Robaría un poco de mi alegría
inexistente, maldita,
sarcástica y malherida –
y la clavaría en medio del despejado paisaje
de la muerte y la vida.

Me enterraría por siempre
en las catacumbas del recuerdo
y en mi epitafio rezaría, hasta el fin de los días

''Ella, sangre,
alma, aliento y alegría,
ha muerto ya en la tierra
pero es un fantasma,
por siempre escondida
''

– ¿Acaso es cierto que no existen los fantasmas?
Qué realidad tan triste y solitaria –

.-.

Identidad

Soy un vestigio,
soy una sombra
irremediablemente
perdida;
que se esconde
tras la elegancia
y el enigma.

Soy una condena:
soy una vela
que apagó su luz
al salir al viento.

Estoy presente al estar ausente,
y mi presencia se da
cuando alrededor
no hay
nadie.

Porque soy distante.
Porque soy la bruma que te envuelve.
Y la luz apagada que te ilumina
desde la oscuridad.

.-.

Estratos

Estoy en la punta
de una pirámide invertida
Que se basa en el más tener
Se construye en el más poseer
Y termina en el ser


Estoy en la cúspide
de una jerarquía atravesada
Construida en la ignorancia – de los demás
Manipulada por la ambición – nuestra
Y que tal vez aspira a la ilustración – en la cima


Estoy en el centro
de las edades perfectas
Los adultos son los pilares cansados
Los niños un cimiento – promesa
Los ancianos la base – gastada…


Estoy arriba
¿Y en que me ayuda,
si sigo abajo?

Estoy abajo
¿Y que me importa,
si de nada sirve
estar arriba?

.-.

Mirad

Mírame, míranos, mírense
que somos todos
un mismo
Grito Callado
en medio de la plaza

El mismo humo
de los autobuses
perdidos en el tiempo;
Las pisadas intermitentes,
interminables
de los transeúntes.

Mírame, míranos, mírense
que somos todos
El mismo Pregón
del que vende vida
frente a la banca
frente a la esquina.

La igual Sombra
de los árboles
en la tarde
decadente;

Mírame, míranos, mírense
en el espejo
de los días
que silban
la ciudad perdida
entre pasos taciturnos.

Veámonos
El Uno en los ojos del Otro.

Y cuando al fin veamos,
seamos…

Uno.

.-.

Zoom

No hacen falta las palabras.
Si hay un hay olvido,
ha nacido un nuevo recuerdo.

La dulce sangre
se escurre por tus labios:
sabor suficiente para intuir
la verdad.

Bajo las sombras del subconsciente,
se elabora una idea
- la realidad oculta
que no hace falta sacar a la luz...

Esto soy yo, por y para siempre
:
lo descubres en las gotas
agridulces de la esencia…

Sin importar
si el último suspiro es liberado,
sólo avanzamos
hacia tu inmortalidad y la mía….

¿Mueres o muero?
¡Vivimos!

.-.

Asunción

Brindemos el sacrificio, señor,
y bébeme el alma hasta dejarme sin aliento.
Convirtámonos en vampiros sedientos de sangre
y cree sangre mi espíritu para embriagarte con él,
… perdiéndonos en esta lujuriosa ascensión al poder.

Me debes todo, y me lo vas a pagar:
pero mientras purgues tu deuda, córtame los cabellos
blandiendo tu vieja espada, mi Longino;
que en estos versos que te dedico,
muero y resucito en un ciclo oscuro,
para amarte y odiarte
y dar vida y quitarla a mi antojo.

Clava esa lanza en el eje del sacrificio,
y que el Rhin llore lágrimas carmesí
de lo que corría por sus venas,
porque aquí, en esta desenfadada orgía,
entregamos el pago de ser dioses y rectores
del Eón del nuevo día.

Toma el grial y bebe mis sueños,
que no serán ni mi carne ni mi sangre
pero tienen mi esencia;
y si me llevas dentro, puedo morir
porque en ti siempre estaré viva.

Yo sé que te anhelo más que al poder
y a las ansias de controlar mi universo,
pero si te dejo ser dueño de mi piedra maldita
obtendrás el poder
y se perderá este conjuro
en que bailamos sobre cuerpos desnudos,
jubilosos de la muerte –
y del eterno sexto infierno
que hemos creado en vida.

Juguemos con el tablero de sus vidas
mientras juegas con mis intenciones:
porque el vicio del azar
drogará más que las maldiciones.

Prende esa hoguera y toma esos restos
para hervirlos en la purificación del fuego.
Roba al alquimista su caja y su caldero:
en la primera enterrarás mis ilusiones,
y en la segunda cocinarás las vidas
que has cegado para pagarme –
van recién seis y necesitamos trece.

Cuelga ese manto sagrado
con el clavo de mis dientes;
pero no los saques
con tus dedos llenos de mi,
sino con tu boca vacía de nada.

Mi clavo sostendrá
esa antigua prenda divina,
aquella que cubría mi cuerpo blancuzco.
Yo tomaré el telar
para hacer de los huesos del caldero;
un hilo infinito.

¡Matémonos en este rito satánico y mortal!

Y cuando al fin nos encontremos cara a cara
frente al Dios de la Muerte,
lloremos lágrimas sangrientas
con la excusa de que sentíamos amor.

.-.

Ama

Canta,
salta,
grita,
rompe;

y dibuja
y come
y mata;

y secuestra
y quema
y roba;

y haz todo lo que desees amar.

.-.

Necrofilia

Labios.
Potentes, húmedos, fuertes.
Lengua. Lenguas.
Entrelazadas, peleando.

Manos.
Una en la espalda.
Una en el culo.
Una en el pecho.
Una en la cintura.

Piernas.
Unidas.
Descenso: “¡al piso!”.

Fuera escote.
Fuera cinto.
Fuera collares.
Fuera gafas.

Manos y Pechos.
Manos y Sexo.
Lengua y Pechos.
Lengua y Sexo.
Sexo y Boca.
Mano y Sexo.
Sexo y Pechos.
Pie y Sexo.

Manos y pies, y espalda, y piernas, y culo, y pechos y sexo.

Culo y Sexo.
Mano y Culo,
Mano y Sexo.


Uñas y Sangre.
Alambre y Cuello.
Uñas y Alambre
Sangre y Cuello.

Un solo cuerpo se mueve.
Sexo. Sexo. Sexo. SEXO.

¡SEXO!.

.-.

Espero Que Te Inspires

Espero que te inspires

Para poder devolverme
En una cachetada
Cuatro besos
Esculpidos en mármol,
Bordados en cristal
Y sellados en Marsella.

Espero que te pierdas en París.
Que te hayas perdido, y vuelto a salir, y perdido de nuevo
Lejos, lejos de allí.


Espero que en el silencio de la noche
Las voces te sigan persiguiendo
Con respuestas sin preguntas
Y frases sin unidad.

Espero que sus picadas
Hayan sido un bálsamo
Para el colmillo de la coral
Y las garras del buitre
Que te devora.

Espero que al final del recorrido
No me recuerdes
En absoluto.

.-.

4.11.08

Estrellas y Cosetas

Sí, de vez en cuando se dan.
Ocurren.
Aparecen con el suave barrido
de una escoba extraviada un sábado de tarde,
y quitan el polvo de almas
que nunca se imaginaron juntas.
Sí, a veces pasa. Sí, todo el tiempo es.

También, de vez en cuando,
cuando la lluvia vuelve de improviso
a lastimar gargantas infectadas,
resulta que esas
cosas que aparecen,
son cosas irreales
son cosas oníricas
ni siquiera son cosas
simplemente, son.

Y se choca de accidente planeado
con mentes complejas encerradas en miles de preguntas.
Y se da de cara sin pensar
con besos, con sol de colina
que aparecieron de la nada y se fueron del mismo modo
Y se besa en silencio de momento eterno
con las Estrellas, omnipresentes;
las Estrellas de su espalda y su mejilla,
que tal vez en el fondo
de esa alma pobre, lastimada, dolida,
aún brillan,
siguen, y brillan - brillan.

Entonces las cosas se preguntan,
como siempre se han preguntado,
si realmente quieren seguir preguntándose a tu lado.
Entonces las cosas se lastiman,
como siempre se andan lastimando,
si realmente quieren ver si alguien saldría lastimado.
Entonces las cosas se encuentran
con estrellas lastimadas y fulgurantes
- como siempre le ha pasado -
y se queda
entopada.
(Topo, topo, topada***)

Las Estrellas danzan con demasiada energía.
Se enrojecen con demasiada furia.
Se cuestionan sin ninguna duda
cosas que al final no son cuestiones
sino -de nuevo- otras cosas.
Se quedan mirando en silencio
y se ríen de discursos que
no tienen un encajado sentido.
Se paran con orgullo
y muestran su flaqueza
por no temer
dar desparpajos de lengua
y aeropuertos a mediodía
en nombre del amor.

Las Estrellas, en demasiadas cosas,
se parecen demasiado
a demasiadas situaciones
que viví con
demasiadas otras cosas,
otras cosas centellas.

Las Estrellas
y un poeta que sueña con una noche
(¿Coincidencia?: Estrellada)
Y que escribe sobre ESTRELLAS
al costado de Espiral(es) hacia afuera.

Las cosas que aún sufren
que aún viven, que aún velan,
que aún no quieren ser poetas
por ser unas con poetas.
Las cosas que no son estrellas
pero siente como sienten
Las Estrellas.

Las cosas que te aman, a pesar de todo.
Las cosas que creen, que piensan
que nada malo has hecho,
que nada malo ha pasado,
que tan sólo, quizás, tal vez, en silencio,
no era correcto ser cosa en medio
del brillo de un poeta
y la sonrisa de una estrella.

Una estrella cuyo cuerpo lleva mucha más
que seis letras en su nombre;
una estrella cuyo nombre nunca será llenado
por el nombre de las cosas eternas,
cosas ribonucleícas,
cosas revolucionarias,
cosas rodrigarias.

Entonces, digo al final
en silencio y escribiendo
más a prisa,
en mayor consciencia.

Digo entonces que las cosas no parecen lo que eran
ni son lo que parecen
y que las cosas son escobas
y son estrellas
y son poetas.
Y que las cosas no volverán
a pasear en colinas ni de lata
ni de menta
Y que las cosas
no pueden hacer más que desear
un nuevo encuentro
entre la estrella de su cara
y tus besos
de poeta.

Con amor,
con cariño,
con impersonalidad,
como un poema
de una compleja y delicada
coseta.


________________________________

*** "El topo es un animal que vive bajo la tierra excavando galerías, buscando toda su vida la luz, para quedarse ciego en cuanto la ve." (El Topo, Alejandro Jodorowsky)

.-.

A pedido