27.5.11

Toque de queda

He recibido una llamada que me anuncia mi retorno. El retorno de los atavíos delirantes y los rollos invisibles que atacan con su dureza característica. Subí de peso y traté de ser cínica, pero el toque de queda me jugó una mala pasada otra vez.

Tengo tanto control sobre la veda como mis osos, mi oso tiene control sobre su obsesión drogadicta con la miel. Si por lo menos fuera miel de mis labios, me quejaría del exceso. Pero es miel de su dolor; entonces me quejo de carencia.

El toque de queda anuncia entonces mi retorno a modelos inentendibles donde sólo las caras invisibles de aquellos que ríen con mis palabras se vuelven mi compañía. Siempre dije que los amigos requieren demasiado mantenimiento. Ojalá las personas fueran gatos y no personas.

Si esa fuera la situación, nunca tocaría la queda, la veda sería postergadamente eterna. O eternamente postergada. Alguna fórmula así se repite en la gramática y yo sigo evadiendo verdades a través de la verdad en sí: la metáfora. Lo dijo Isana, ya lo dijo ella. Yo la escuché.

He recibido mi llamada. No es mi elección retornar. No es su elección morir. Yo quería morir con él pero no puedo decidir sobre lo que no me guarda respeto de autoridad. Sus complejidades alimentarán mis silencios. Yo retorno a la época de veda.

Veda emocional.


.-.

No hay comentarios:

A pedido