6.11.08

Caramelo [Segundo]

¿Qué cosas vimos juntas?
Demasiadas.

¿Qué cosas pasamos juntas?
Bosques, autobuses al azar,
la comunión cristiana en ojos
de la lectora del Torá.

El cáliz ante la mujer de los ángeles viejos.
Los invasores chilenos que existieron en Tierra Santa,
en tierra rica, en tierra prometida, en tierra Guaraní.

Pero en ninguna tierra nos detuvieron. Sólo nos unieron.

A veces creo
que si hubiera decidido
romper todos esos jarrones,
lo hubiera hecho únicamente
para volver a acariciar tu perfil
con la punta de mi dedo.

Para recorrer tus mejillas,
tus labios, tu nariz de princesa,
tu piel de gacela, tus ojos en llamas.

Para abrazarte en silencio,
respirando agitadamente,
mientras ellos escupían sobre nosotros
y evitaban que fuéramos una.

Una.
Que nunca podríamos ser.
Que nunca aceptaría ser,
excepto contigo.
Contigo, idealizada, dibujada, vivida.
Compartida.

Contigo,
a quien rechacé,
de quien huí,
a quién negué,
sólo por vivir
los mismos límites que yo.

A ti, sueño que nunca tendrá un final,
porque su principio no fue más
que el preludio de un tormento
cuyo producto es poesía barata
y mal escrita.

Por tus besos,
los que debería amar en muda tortura
– sólo por el placer de vivirlos,
al menos, clandestinos.

Clandestinos,
los sentimientos que bien podrías haber mostrado,
los sentimientos que quise alardear
pero nunca viví.

Si volviera a verte,
me gustaría creer
que te tomaría en brazos
y te arrojaría al césped,
a acariciar tu perfil,
sin importar quién esté al lado.

Algún día volveré a mirar en tus ojos,
y veré las maneras.

Todo lo demás es un desperdicio de aire.

.-.

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