24.12.08

Aristas

Hay una parte de mí con la que la coexistencia se hace confusa y placenteramente desagradable. Es de esos lados de uno mismo que se trata de maquillar con base universal extra duradera, de esas que promocionan las actrices de Hollywood y los sacerdotes en Domingos de Ramos.

Una arista – una de las aristas del dodecágono de mi ser no ontológico con el que nunca aprendí a negociar la propia aceptación. Uno de esos lados que Gandhi hubiera querido ver en Sudáfrica; o Julio asociaría a los hombres que usan el lápiz - burdo invento de ellos mismos – para masturbar sus mentes con él.

Estoy tan convencido de que ese lado existe como de que mi bisabuela ha pasado el climaterio cuatro veces. Tan convencido de que esa arista es real como de que sus besos y caricias aquella noche fueron fingidos para no dejarme con ganas.

Y este lado en cuestión no consta de ángulos, ni de catetos ni de hipotenusas. Aprecio mucho el álgebra, las fórmulas y la aritmética: pero ese lado de mí escapa a toda medida. Sin embargo, no escapa al hombre: por lo que retracto y digo que escapa a mi medida.

Ese lado… que es feliz. Puede levantarse todos los días y sonreír ante la perspectiva de volverse un ser humano explotado fuera de un cubículo real llenando uno imaginario. Puede partir los mendrugos de libros con sus no semejantes, e igualarse a la contra dignidad de cobrar un ojo por ojo y diente por diente, manteniendo la ficticia integridad donde todos se aprovechan de él.

Ese lado se ve a sí mismo como una fémina porque no vive escondiendo la vulnerabilidad inculcada en una familia de féminas machistas que criaron solas clanes enteros, que nada tendrían que envidiar a la Camarilla o al Sabath.

Ese lado tan simplejo que es capaz de seguir instructivos, rellenar expectativas: cumplir órdenes autómatas, doblegarse ante candidatos a la vide presidencia y rechazar proposiciones de matrimonio – cuando sabe que es más probable que Lisa Simpson se case antes .

Ese lado que ayuda a las ancianas a cruzar la calle. Que sonríe a las ex novias despechadas. Que se comporta amable con el imbécil que se lleva a bailar a la trigueña interesante que vi primero. Ese lado que nunca diría que no a su madre; y que jamás sería tan malo como para pegarle a la abuela. Ese lado que acompaña a la hermana menor a encontrarse a escondidas con el novio y recibe en retribución una gigantesca L en la frente.

Ese lado que es feliz sin preocuparse por lo profundo, porque sabe que sólo los idiotas pueden ser totalmente felices .

Ese lado que es capaz de suplantar con actividad física y con momentos de distracción sana la carencia absoluta de explanación sexual y creativa. Ese lado que puede sonreír y no cuidarse la espalda de intelectuales dispuestos a desmentir todas las creencias valederas como asidero de matasanos y mata-listos.

Ese lado de mí que personifica al hombre modesto que con poco se conforma.
Y yo me pregunto, ¿dónde estuvo ese maldito lado de mi las últimas dos décadas?

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* Hasta donde sé, ya se consiguió novio. Pero conocemos a Matt Gröning: Lisa no se va a casar jamás.

** Vargas Llosa, Mario

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