3.12.08

Temor a la Muerte

¿Cree usted que debemos temerle a la muerte? Personalmente, yo no lo creo.

Los humanos tememos a muchas cosas, y muchos de esos miedos no pasan a ser producto de nuestros propios cargos de conciencia. Tenemos miedo de la contaminación y sus efectos. Tenemos miedo del fin del mundo. Tenemos miedo de la guerra. Y lo más importante, tenemos miedo de la muerte.

¿Por qué estos miedos? Varios de ellos tienen una explicación lógica, y tan sencilla como breve. Por ejemplo, el temor a la contaminación se da porque sabemos que es nada más una forma en que la madre naturaleza nos hará pagar todo lo que le hicimos; así también, nos perturba pensar en el “Apocalipsis”, ya que en casi todas las religiones y preceptos que se siguen en el mundo se anuncia un gran juicio en que se tendrán en cuenta todos y cada uno de nuestros actos… y la miseria humana no tiene la conciencia tranquila. Tampoco nos gustaría la guerra porque, queramos o no, nos volveremos partícipes de ellas, como víctimas o victimarios. Pero, ¿el miedo a la muerte, por qué?

Paola Ferraro hace un interesante comentario, tal vez sin intención, en uno de sus cuentos:
“(…) no pudieron sentir otra cosa que no fuera un profundo respeto… y miedo. Mas que nada, ese miedo a lo desconocido, a algo que consideramos glorioso, a algo superior, que está por sobre nosotros.” (1)

Gran parte del miedo que se profesa hacia la mítica figura de la calavera de capucha negra y guillotina no es más que el miedo a lo que no conocemos, el temor por ignorar hacia donde vamos, hacia donde nos dirigen: el estar intranquilos por no tener la conciencia limpia o pensar que podemos perder lo que amamos. El recelo que surge al pensar que si no hemos obrado bien, iremos a parar al infierno, según la varias filosofías; o reencarnaremos en una criatura indeseable y “poco importante”, como piensan otros; así como se cree que será un retraso en el programa evolutivo de su espíritu y que las cosas mundanas no harán más que alejarlo del Nirvana (2) .

A partir de las ideas expuestas, pueden hallarse varios argumentos, tanto para echar por tierra mi afirmación inicial, como para debatir al respecto. Mas, lo que me interesaría de forma especial es profundizar en la afirmación de que existe algo más luego de la muerte, de que efectivamente hay un “más allá”, o mejor dicho, el siguiente plano (decir “más allá” me parece tan ambiguo como afirmar que este plano es el “más acá”). Quienes crean que luego de esta vida no hay nada, pueden tener un miedo bastante justificado de morir, ya que irse de manera repentina, sin acabar lo que uno ha empezado, o no haber hecho en la vida algo útil como para justificarla, e incluso, perder a alguien que se ama son cosas que causan dolor, y lo entendería muy bien. Pero, no, mis ideas con respecto al “otro plano” se representan muy claras en la siguiente cita, y creo con firmeza en lo que nos propone:
- (…) ¿Qué piensas que hay después de la muerte?-
- Hay tres opciones (…). Me estoy preparando para el bien eterno. Si lo que hay es malo, ya estaré preparada. Y si no hay nada, no tendrá importancia, sólo habré sido un suspiro mortal con delirios de grandeza.-
- (…) ¿Y qué pasaría si vivir es tu única oportunidad, si es el tramo final? ¿Por qué vives entonces, si sólo piensas en la muerte?-
- ¡Eso es! ¿Por qué estoy viva si este es el tramo final? Si la vida acabara en la vida sería mejor vivir bien materialmente que pensar en lo espiritual, total, todo acabaría aquí, ¡pero no! La gente quiere ser mejor más allá de la vida en sí. ¿Por qué? Porque hay algo después…-”
(3)

Efectivamente, creo que si el ser humano ha pasado eones tratando de trascender más allá del materialismo, del mundanismo, de las pasiones bajas que han guiado sus actos a través de la historia y que aún, hoy día, siguen haciéndolo, es porque sabe, en lo profundo de su escencia, esa escencia a la que yo llamaría alma, que debe estar preparado para lo que venga después.

Ninguna de las justificaciones que di de ejemplo para motivar un miedo, fobia, pánico, temor, aún la mínima exaltación ante la idea de nuestra partida física me parece motivo suficiente para sentir temor alguno. Dejar el cuerpo no significa nada. El mismo Principito, en sus tantas alegorías, lo dijo así, al despedirse de su amigo, el piloto:
"Será como una cáscara que se abandona. Las cáscaras no dan pena." (4)

Veo a aquellas excusas para no morir, de acuerdo a las circunstancias, con un cierto grado de ignorancia, como falta de fe; o incluso un auto sabotaje al entendimiento propio de la situación. Ya sea ante el cielo, el infierno, la reencarnación o la evolución espiritual, la muerte representa una puerta hacia la continuidad de nuestros actos en vida, y depende únicamente de nosotros decidir cual es el camino que seguiremos en el siguiente plano. Es más un temor a cambiar lo que conocemos por lo que no conocemos, como propone la cita de Ferraro que mencioné al principio.

En el momento en que uno acepta que la vida no acaba con la muerte en realidad, uno empieza a comprender y a entender mejor muchas cosas, a aceptar con tranquilidad lo frágil de la vida. Se empieza a asimilar que, aunque nos sea doloroso despedir el cuerpo de alguien que hemos amado mucho, lo que ese cuerpo contenía ya está en camino a subir unos cuantos peldaños más de su existencia; a aceptar, concientemente, la justa recompensa o castigo que vayamos a recibir por nuestros actos en la Tierra; a interpretarlo como una oportunidad de empezar de nuevo grandes proyectos si aquellos que empezamos en la Tierra fueron repentinamente apartados de nosotros; a pensar con tiempo, desde hoy, de qué valdrá nuestro paso por la Tierra, y si nuestra muerte significará una pequeña o una importante ausencia en actos, en proyectos, en actividades, es decir, si hicimos algo útil con nuestras vidas…

No tengo miedo a la muerte, porque creo con seguridad que allá todo continua, y que los ciclos de la vida siempre se cierran de manera impecable, por muy repentina o dolorosa que sea la partida. Estoy satisfecha con mis actos y con lo que he hecho con mi vida, hasta hoy. Mi esperanza está puesta en esa continuidad.

¿Sigue usted temiendo a la muerte? No hay porque… Tenga más temor de nosotros mismos, de los humanos, la crueldad, el dolor, la miseria, la injusticia, la desigualdad, la pobreza. Que no consideren a un humano digno de vivir como tal, es quizás peor, mucho peor que morir.

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1. FERRARO, PAOLA: Templarios II: La Copa de Abú, Pág. 1.
2. En algunas religiones de la India, estado resultante de la liberación de los deseos, de la conciencia individual y de la reencarnación, que se alcanza mediante la meditación y la iluminación.
3. Autor Anónimo. Ian y Leia, Pág. 3.
4. SAINT EXÚPERY, ANTOINE DE: El Principito, Editorial Kapelusz. Uruguay. Año 2005. Pág. 110

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